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martes, 20 de mayo de 2008

de motosierras y samba

Ayer por la mañana era domingo y mañana por la tarde era hoy. Las nubes estaban más allá del sol y la tierra se doblegaba a sí misma en un intento de ordenar sus impulsos cardiacos desordenados (valga la rebuznancia) desde la sequía de los años 40. El suelo temblaba ante la impasible marcha de los cósmicos asteroides de azucar y vainilla que sorprendentemente tenían sabor a melón. Un pequeño, diminuto, casi insignificante altavocillo color verde claro anunciaba la llegada de un nuevo día que no era mañana, sino era ayer. Ayer por la mañana que era domingo, y mañana por la tarde que era hoy.

¿Sabeis a que me refiero?. Por la calle 6 o 7 ancianas vestidas de negro y con zapatillas sin cordones, sentadas en sillas de madera y mimbre cosian los pimientos pasando una aguja que de gorda se adivinaba su color gris. Uno por uno, cada pimiento era cosido con hilo a través de su tallo aún caliente. Justo antes habían estado asandolos. ¿Qué culpa tenían ellos del hambre?. Sin embargo eran la solución, y eso les convertía en su propio problema. ¿Acaso no seremos nosotros la solución a un terrible problema?. A un problema tan terrible que llegado el momento horrible aceptaramos con tal resignación el calor de las ascuas que no fueramos o fuesemos capaces de decir ni mu. Ni mu por decir algo. Porque que menos que decir:

- Oye, ¡que me estás quemando!

Quien sabe. Quizás dentro de pocos años, o dentro de unos días, alguien venga y nos explique muy despacio, con detenimiento y con rotundos argumentos que nuestra vida es a partir de ahora un simple trámite para solucionar el problema de seres superiores, o de un conjunto de seres superiores a nosotros solamente en número, como pueden ser las caracolas. ¿Y qué hacer?. Claro que habría quien se levantara cual hipie, o revolucionario, o moderno, o cara dura, o chulo o vete tu a saber y se quejaría incesantemente. Seguro que alguno entre los millones de seres humanos lo haría. Pero después de haber tomado tanto, quizás sea hora de dar algo. Y no lo veais como algo ecologísta pues quien por ejemplo lo que necesite es comernos para subsistir, si nos come a nosotros que somos de un sabor agridulce, seguramente no tendría complejo en comer de todo lo demás, extinguiendo así la vida en todo el planeta. Intentad ver este tema mucho más allá. Comparadlo por ejemplo con vuestra suegra, que es sin duda algo mucho más trascendental que el cambio climático o la desertización de Almería.

Las comparaciones son odiosas. Es detestable andar por la calle y escuchar a la gente decir:

- María Teresa Campos habla correctamente pero mejor hablaba Lope de Vega.

No comparen por favor. No comparen las cosas que no son de comparar. Eso no.

Os dejo con esa última reflexión, espero que paseis un buen día, un saludo desde el fresquito,

Gumersindo



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